¡Hola, familias! Ya tenemos aquí el fin
de semana.
Y para que paséis
un rato entretenido todos juntos hemos preparado esta entrada
en el RACÓ DE LA CALMA
¿Os acordáis de cuánto
os gusta relajaros con los BOTES DE LA CALMA que tenemos en clase? Pues,
ahora lo podéis hacer en casa y usarlo como os hemos
enseñado en el cole.
EL FRASCO DE LA CALMA EN FAMILIA, de MARIA MONTESSORI
El frasco de la calma es un material dirigido a las
familias para poder controlar las rabietas en los niños y los nervios del
adulto. Con él se pretende poder canalizar el estrés y la ansiedad potenciando
la respiración y la calma gracias a la concentración.
El frasco de la calma se puede elaborar con distintos
ingredientes, la mayoría de ellos son fáciles de tener en casa. Está compuesto
por pegamento, agua, champú, purpurina y otros elementos que harán que tenga un
movimiento casi hipnótico que ayude a niños y niñas enojados a controlar sus
rabietas o estados de ansiedad, pero siempre y cuando se utilice de una forma
correcta donde comprenda que es un frasco para sentirse bien.
INSPIRADO EN LA IDEOLOGÍA DE MARÍA MONTESSORI
El frasco de la calma está inspirado en la pedagogía
de María Montessori y el objetivo es aprender a regular las emociones negativas
pudiéndolas canalizar y que de este modo lo sentimientos como la de rabia, ira
o tristeza puedan entenderse desde la calma. Todas las emociones son
importantes y se deben poner palabras para que se pueda crear una conciencia,
algo que hará que en el futuro al reconocer esas emociones se puedan dominar mejor.
Es muy importante que el frasco esté bien sellado para
que no se pueda abrir bajo ninguna circunstancia puesto que los materiales que
hay en el interior son tóxicos.
EL ADULTO DEBE ACOMPAÑAR DURANTE TODO EL PROCESO
El frasco de la calma no debe ser usado por el niño o
niña de forma individual, siempre tendrá que estar el adulto a su lado para
poder guiarle en el proceso de relajación. El objetivo es llegar a la calma,
despejando la mente, cuidando la respiración y notar cómo el miedo, el estrés o
la ansiedad van despareciendo. De manera cordial y con un tono dulce, el adulto
que acompaña el proceso, deberá darle instrucciones al menor para que sepa cómo
debe hacerlo, diciendo cosas como: “Ahora
vamos a sentarnos con el frasco de la calma para relajarnos todos. Respiraremos
hondo y nos fijaremos en silencio en cómo la brillantina se mueve y se desliza
por el frasco hasta que se pare del todo. Después y desde la calma, hablaremos
sobre lo ocurrido y buscaremos soluciones al problema”
CÓMO HACER NUESTRO TARRO DE LA CALMA
Materiales:
· Una
botella/bote de plástico (limpia de pegatinas)
· Pegamento
líquido transparente (también se puede usar pegamento líquido con purpurina) o
aceite corporal para niños
· Agua
· Para dar
color: Azulete o Colorante alimentario
· Purpurina
· También
podemos añadir pequeños juguetes que tengamos por casa o conchas de la playa
· Glicerina o
champú transparente
¿Cómo se hace?
1. Rellenamos la botella o frasco hasta la mitad con
agua tibia.
2. Añadimos el pegamento líquido o en su defecto el
aceite para niños. La cantidad a utilizar dependerá del tamaño del recipiente
elegido, iremos echando hasta que veamos que la mezcla empieza a tener un
aspecto más denso. Cuanto más pegamento o aceite echemos con mayor lentitud se
moverá la purpurina.
3. En este punto debemos añadir la glicerina o champú
transparente y lo mezclamos bien. Usamos pegamento o aceite y glicerina o
champú junto con el agua porque esta es la manera de que existan fluidos de
diferentes densidades lo que hará que la purpurina descienda haciendo
diferentes movimientos y a distintas velocidades.
4. Podéis en este momento añadir el colorante o azulete.
También podéis dejar la mezcla transparente, a gusto de cada niño.
5. Añadiremos la purpurina, este es el momento de dejar
volar nuestra imaginación y elegir la forma, el tamaño y los colores que más os
gusten. Eso si os recomiendo usar aquellos colores que dan más serenidad: tonos
verdes, azules o morados son una buena elección, intentando evitar colores de
la tonalidad del rojo, ya que los colores influyen de manera importante en el
estado de ánimo.
6. Para finalizar añadimos agua tibia hasta que el
frasco esté lleno. Dejaremos un dedo de aire que permita el movimiento del
contenido cuando la botella o frasco se agite.
7. Cuando esté listo y sobre todo si los niños son muy
pequeños es importante pegar bien la tapa con pegamento o silicona para evitar
que se abra la tapa sin querer o la abra el niño por error.
¡Y ya tenéis vuestro tarro de la
calma!
Esperamos vuestros comentarios y
fotos